La 'autodieta' ante signos de síndrome de intestino irritable "puede tener consecuencias negativas para la salud"
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Con la llegada del verano, aumentan los cambios en los hábitos alimentarios y también los intentos por seguir dietas que prometen mejorar la salud o el bienestar físico. Sin embargo, desde la Clínica Universidad de Navarra se advierte del peligro de adoptar estas modas sin supervisión profesional, especialmente en personas que sufren patologías digestivas, como el síndrome de intestino irritable, que afecta al 14% de la población española, según la Fundación Española del Aparato Digestivo.
Se trata de un trastorno funcional del aparato digestivo que se diagnostica a partir de síntomas como el dolor abdominal recurrente y las alteraciones del ritmo intestinal —diarrea, estreñimiento o ambos de forma alternante— durante, al menos, tres meses. Estos síntomas pueden solaparse con los de otros trastornos digestivos e interferir de forma significativa en la calidad de vida de quienes los padecen. En este contexto, la alimentación adecuada, diseñada y supervisada por especialistas, se ha consolidado como una herramienta terapéutica eficaz, siempre que se aplique en el marco de un enfoque individualizado y multidisciplinar.
La Dra. Maite Alonso, especialista del Departamento de Digestivo de la Clínica Universidad de Navarra, subraya que "los trastornos del eje intestino-cerebro no tienen una única causa. En su origen y evolución influyen factores biológicos, emocionales y de estilo de vida, por lo que el abordaje debe contemplar todas estas dimensiones". Por ello, adaptar la dieta a los síntomas y necesidades concretas de cada paciente es clave para aliviar las molestias digestivas y mejorar su bienestar."
Es muy común que, cuando los pacientes llegan a consulta, ya hayan excluido ciertos grupos de alimentos para mejorar sus síntomas. Sin embargo, hacer modificaciones o restricciones dietéticas sin una indicación médica y sin la supervisión profesional puede tener consecuencias negativas para la salud", advierte la Dra. Alonso. Acudir a profesionales con experiencia permite garantizar un tratamiento seguro, eficaz y adaptado.
Una de las estrategias nutricionales con mayor respaldo científico en el abordaje del síndrome del intestino irritable es la dieta baja en FODMAPs. Consiste en reducir temporalmente la ingesta de ciertos carbohidratos de cadena corta presentes en algunos alimentos, que se absorben de forma deficiente en el intestino delgado y, al llegar al colon, son fermentados por bacterias intestinales, produciendo gases y atrayendo agua. Esta dieta se estructura en tres fases: restricción durante un periodo de entre cuatro y ocho semanas, reintroducción gradual para evaluar la tolerancia, y personalización según la respuesta observada. Su correcta aplicación requiere conocer la historia clínica, un buen seguimiento profesional y una duración limitada para prevenir déficits nutricionales u otros efectos indeseados.
El tratamiento del síndrome de intestino irritable u otros trastornos del eje intestino-cerebro debe tener como objetivo prioritario mejorar la calidad de vida del paciente. "La implicación activa del paciente, la educación sanitaria, el acompañamiento cercano y la aplicación de estrategias basadas en la evidencia científica son la base para avanzar hacia el bienestar digestivo real y duradero".
Con la llegada del verano, aumentan los cambios en los hábitos alimentarios y también los intentos por seguir dietas que prometen mejorar la salud o el bienestar físico. Sin embargo, desde la Clínica Universidad de Navarra se advierte del peligro de adoptar estas modas sin supervisión profesional, especialmente en personas que sufren patologías digestivas, como el síndrome de intestino irritable, que afecta al 14% de la población española, según la Fundación Española del Aparato Digestivo.
El Confidencial